Los secretos del río Iberus.

Hay que estar en silencio, recogido entre los gritos apagados del río, para poder comprender todo lo que ocurre. Las criaturas esconden su dolor de monstruo, mientras otras imágenes, que a duras penas puedes mirar, aparecen altivas para decir lo vulnerables que somos.

Se debe recorrer, atravesando sangre y huesos, las ramas que ocultan el espejo, tras el cual, llegas a confundir tu sangre con su sangre, tu dolor infinito con su mirada de fuego. Y no importa, entonces se retira…

Solo al final, tras mantener una mirada que acuchilla, aparece la calma y sabes que has ganado.

Y te dejas resbalar por sus calles vacías, con el sabor de la cal, con la piel quemada por la vida, con la maleta preparada para volver hacia el lugar del que algún día saliste.

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