La ciudad que pintamos entre todos

La ciudad es el punto de máximo alcance del hombre. Más allá de la ciudad, el espacio exterior o la nada. El «Beatus Ille» es pura ideología romántica. Sí, vamos al campo, pero lo llenamos de ciudad. Buscamos el silencio del campo mientras una cortadora de césped arrasa con su ruido toda la serenidad del valle (o llevamos una televisión portátil). Caminamos en la inmensidad de los bosques… con auriculares. Miramos el flujo del río… a través de la cámara del móvil. Buscamos el encuentro con la tierra, vendemos pequeños huertos en las ciudades… que llenamos de basura, con somieres que hacen las veces de puerta, con casetuchas de madera que rompen cualquier estética razonable.

Y es que, como tantas veces, no hacemos lo que decimos que hacemos. Vivimos inmersos en categorías que no hemos reflexionado (y que deben ser deconstruidas), con significantes que ya no coinciden con su anterior significado, significados adaptados para viejos significantes.

Y mientras tanto, la ciudad aparece como un cuadro que vamos construyendo entre todos y que nos refleja a todos, con su poder, con su miseria.

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