Angelus Novus

(La Construcción de la narrativa)

Tres miradas que se aproximan: Wilhelm Reich, con el amor, el trabajo y el conocimiento; Pierre Bourdieu, con la transmisión cultural; Toni Negri, con el Imperio, se agitan en un hilo de luz que atraviesa el tiempo y el espacio. Aún más, Byung Chul Han, sintetizándolo todo en su psicopolítica y su neotécnica.

Cuando parecía que estaba todo dicho, aparece una nueva pincelada del genio, del artista, del científico que toma café en un rincón de París, en los años veinte, ¿al lado de quién? ¿De Hemingway, Fitzgerald? ¿De Picasso, Matisse? ¿O más allá, después, con el poderoso trueno demoledor de la Gran Guerra?

La risa desmesurada de la absenta, el vaivén cojitranco de Lautrec, la infecta risa del Joker, Madame Bovary. El puro mapa de la existencia. Charlie Parker demoledor contra la aguja. Hendrix vomitando los mismos somníferos que Marilyn. ¡Soldado¡ ¡Señor, sí, señor¡ Sigue bramando la existencia. No te vayas, mi amor, todavía no, todavía estamos a tiempo. Descansa un poco para que todo vuelva a la calma.

La efigie del poder se resiste frente a la cuerda. Aquellos hierros que lo tenían anclado, impiden su muerte silenciosa. Tendrá que ser con dolor. La televisión ha marcado una hora prudente para que muera, mientras los niños maceran su rostro contra la almohada, ausentes frente al veneno que nos atraviesa. Y mañana en la escuela cantarán la misma canción de siempre, con el brillo en los ojos, como siempre.

Estoy seguro de que el Angelus salió de algún libro, alguna noche. Foto: Alfredo Piedrafita

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