La ciudad (capítulo 2)

La ciudad es el escenario de una obra que representamos todos. Casi todo su color nace de la publicidad, no del otoño muriendo despacio sobre las aceras. Acoge una actividad que debe ser necesariamente representada en esa obra. Cada quinientos años, aproximadamente, el escenario se nos presenta nuevo, y es la historia la que deja marcadas sus pinceladas. Pero la pintura es nuestra, nuestra vida es pintura para las calles, para la historia.

Es el escenario en el que debemos actuar. Directores de escena para decorar las vallas que encienden el espectáculo de la noche. Los grandes edificios del Renacimiento que crearon una escena para el nuevo espectáculo del hombre, los templos barrocos que hicieron más compleja la mirada. La modernidad destituyó a los dioses. La posmodernidad diluyó al hombre en ideología…

Y fue la sangre la que grabó su marca indeleble sobre las paredes.

Por el buen camino, aunque sea tan estrecho.

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